Rudolf Steiner tenía un interés especial por la educación de los niños y veía la escuela como una forma de lograr la renovación social. Inició las escuelas Waldorf para contrarrestar ciertas tendencias de su tiempo, que continúan avanzando hacia un entorno educativo cada vez más mecanicista, analítico e intelectual. Los estudiantes Waldorf no aprenden de manera fragmentaria, ni el plan de estudios está empaquetado de antemano. Su educación se centra en la creatividad y los valores sociales, formando una base sólida para aprender las habilidades necesarias para integrarse en la sociedad y el mundo laboral.
Mary Goral explora formas en que los principios Waldorf pueden aplicarse en las escuelas públicas para educar a los niños para la vida en lugar de simplemente satisfacer las demandas de programas rígidos y universales como "Que ningún niño se quede atrás". Ella señala las formas en que los métodos Waldorf requieren que los maestros y los padres se comprometan más plenamente con los estudiantes, practiquen formas de autodesarrollo y construyan un mayor sentido de comunidad. Utilizando el ejemplo concreto del “cuadro inspirado en Waldorf”, un grupo de “maestros de escuelas públicas que han aceptado emprender ese viaje, asumir riesgos y aprender nuevas habilidades junto con sus alumnos”, el Dr. Goral muestra cómo los profesores pueden llevar muchos de los beneficios de la educación Waldorf al entorno público, con resultados notables.